En tu labio superior,
enlazados el vino, la vida
y el candor de la niñez.
Tu placer al sentir
como muerdo, como lamo
y recorro y ventilo cn mi aliento
el corazón dibujado en tu boca, labio superior.
Mi aire entra
por la puerta al cielo
que muestras sin querer.
Y luego el terremoto en tu cuerpo,
el grito del ave que sopla tu boca
y se expande por la planicie de mi piel,
es maremoto, terremoto, inframoto, cielomoto
que todo lo estremece, lo estremece todo.
La plaga del placer que sientes
y te hago sentir.
En ti descubro, mujer,
el perfume fresco y azul del Dios,
la nieve en la espalda de los ángeles.
Engelberto Islas Ornelas
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